Cody Wilson ha demostrado con luces y taquígrafos que su pistola impresa en 3D es algo más que un simple pedazo de plástico inerte.
Después de anunciar este pasado viernes la creación de la primera arma de fuego casera construida prácticamente desde cero con una impresora 3D, el líder de Defense Distributed, acompañado por un periodista de la revista Forbes, realizó varios disparos con éxito usando balas del calibre .380. Y lo que es igual de perturbador: una vez demostrada la seguridad de su diseño, ha subido los planos CAD para que cualquier persona con la impresora adecuada pueda generar una réplica.
Como indicábamos el otro día, esta es la primera vez que se ha conseguido imprimir una pistola totalmente funcional; la única pieza que no ha sido creada en plástico ABS es la aguja percutora, que no deja de ser un simple clavo de ferretería. Sus 15 piezas fueron moldeadas usando una impresora Stratasys Dimension SST y están tratadas con acetona vaporizada para reducir la fricción generada con el uso. Esto significa que una sola arma puede efectuar múltiples disparos, aunque el desgaste es inevitable y la presión de un cartucho relativamente potente podría destruir el arma (cosa que Wilson demostró a Forbes detonando a distancia un cartucho de rifle, que hizo saltar la pistola en pedazos).
El propio nombre del arma es una declaración de intenciones; esta pistola de plástico monotiro intenta evocar a la FP-45 Liberator de la Segunda Guerra Mundial, fabricada a un coste casi despreciable y distribuida en masa por los Estados Unidos para que la resistencia francesa pudiera atacar a las patrullas nazis y robar sus armas. Su sucesora putativa, sin embargo, puede ser fácilmente reparada, dado que es posible sustituir el cañón en unos pocos segundos.
Defense Distributed ha encontrado numerosos obstáculos por el camino. Stratasys les confiscó su impresora cuando descubrieron que Wilson quería crear armas de fuego con ellas, así que consiguieron una licencia de fabricación que les ha permitido continuar el desarrollo de la Liberator. Del mismo modo, Wilson ha incluido en su construcción un bloque de acero que permite que el arma sea detectada por los arcos de seguridad, pero nada impide que alguien con malas intenciones modifique el diseño original. Wilson no parece estar particularmente preocupado por el qué dirán: «Reconozco que esta herramienta puede ser utilizada para hacer daño a personas. Es lo que es: un arma. Pero no creo que haya una razón para no ofrecerla». No serán pocos en los que señalen el autocontrol como motivo suficiente, como tampoco lo serán los que empiecen a temer la imposición de controles en la tenencia y uso de impresoras 3D.
Engadget